Seguramente esto ya lo haya dicho muchísimas veces, incontables tras tantos años, pero soy fan del K-pop desde 2008 y, después de tanto tiempo, aún me sigue sorprendiendo que, a día de hoy, lo traten simplemente como eso: un fenómeno. Como una rareza. Como si no fuera música. Ni cultura. Ni arte.
Lo mencionan con ese tono condescendiente, como quien aplaude las maravillas de su hijo... o de un animal que ha aprendido a hacer trucos: "¡Anda, mira! ¡Son coreanos cantando! ¡Y saben bailar a la vez!". Siento que solo les falta tirarles plátanos como si fueran monos en un zoo.
Y lo peor es que me cuesta entenderlo, porque hemos pasado de la invisibilidad a llenar estadios, a hacer sold out, a protagonizar portadas mundiales... y aun así, muchos medios (por desgracia) siguen sin entenderlo. No se toman la molestia de investigar, de profundizar, de excavar en los entresijos. Simplemente lo usan como anzuelo barato para clics fáciles, sin entender el contexto, ni el mensaje, y mucho menos el respeto que merece.
¿A qué viene todo este hastío? A que justo el otro día leí la "reseña" (con muchas comillas) que hizo el Seattle Times sobre el concierto de Stray Kids en el T-Mobile Park con su tour dominate World Tour. Tenían la GRAN oportunidad de escribir un artículo memorable, al fin y al cabo, estamos hablando de un medio con bastante peso en el país, pero eligieron la vía rápida: un texto insípido, lleno de tópicos, sin curiosidad y, lo peor de todo, sin alma.
Parecía escrito por una IA a la que le dieron el prompt “describe un concierto genérico con luces y música alta”. No hay ni una línea sobre el impacto global del grupo, ni sobre la composición musical, ni sobre cómo han construido un vínculo tan fuerte con sus fans. Ni siquiera tuvieron la decencia de describir la energía que trasciende el espectáculo, más allá de un par de canciones pegadizas y fuegos artificiales.
Y por si fuera poco, hace un rato leí (bueno, leí... son prácticamente cuatro líneas mal contadas) un artículo en un periódico provincial de aquí, de Mallorca, cuyo titular era: "Quién es quién en el evento de Louis Vuitton en Mallorca: de cantantes de K-pop a modelos asiáticas". Obviamente abrí la noticia, porque es algo que me interesa, sobre todo ahora que Felix es embajador de LV, pero ya sabía perfectamente que NO había ningún idol involucrado en ese evento. Soy la primera en enterarme de estas cosas, y en redes ya se había confirmado que la única invitada relacionada era la actriz Shin Mina. Actriz. No cantante. No idol. Hasta donde yo sé, no tiene nada que ver con la música.
Pero claro… como la palabra Kpop llama tanto la atención estos últimos años, por supuesto que iban a aprovecharse de eso usándola como gancho. Por desgracia, se ha convertido en un comodín para llamar la atención y que tú hagas clic. Ni más, ni menos.
Por desgracia, nada de esto es nuevo. Llevo viéndolo desde 2008. Es como un bucle que se repite con cada grupo, con cada éxito, con cada logro. Son, lamentablemente, una anomalía. Porque da igual cuánto crezca la industria, cuántos premios ganen o a cuánta gente muevan en todo el mundo. Para muchos, seguirán siendo una rareza que desechar cuando pase la moda.
Pero yo, como kpoper de la old school, sé que esto va mucho más allá. Se trata de cultura. De música. De pasión. Y como tal, merece todo el respeto.
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